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Entrevistamos a Marina Salvadores, estudiante de doctorado del IRB Barcelona

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Marina Salvadores, estudiante de doctorado en el Genome Data Science Laboratory del IRB Barcelona, ​​es la primera autora de un estudio que acaba de publicarse en la revista Science Advances. El trabajo revela que alrededor del 81% de las líneas celulares que se utilizan para estudiar el cáncer muestran un alto grado de similitud con el tumor de origen. Este hallazgo implica que el 18% restante difiere considerablemente del tumor al que supuestamente representan, y el 7% coincide con un tipo de cáncer distinto. El grupo también ha elaborado una lista de 366 líneas celulares "validadas" que representan de manera fiable el tumor de origen.

En esta entrevista, Marina Salvadores nos habla de cómo se desarrolló todo el proceso, de los resultados más importantes que se obtuvieron y sobre por qué decidió dejar su ciudad natal (Oviedo) para mudarse a Barcelona.

 

Háblanos de tus estudios. ¿Qué te llevó a interesarte por ellos?

Tengo un título de Biotecnología por la Universidad de Oviedo y un Máster en Bioinformática en  Ciencias de la Salud de la Universidad Pompeu Fabra. Me adentré el mundo de la biotecnología porque la biología molecular y la genética eran lo que más me fascinaba cuando estaba en secundaria. Además, la biotecnología era un buen título que se podía estudiar en mi ciudad.

Durante la licenciatura aprendí nociones básicas de bioinformática, y aunque no pude apreciar todo su alcance (dado que en la carrera se le dedicó poco tiempo), decidí inscribirme en el Máster de la Universidad Pompeu Fabra para aprender más. Por suerte, descubrí que me gustaba de verdad.

 

¿Cómo se produjo el descubrimiento que se acaba de publicar en Science Advances?

La verdad es que fue un hallazgo fortuito. Un compañero de laboratorio, Jurica Levatic, trabaja con firmas mutacionales: estudia los tipos de mutaciones que son características de orígenes específicos. Por ejemplo, la luz ultravioleta provoca una mutaciones características, al igual que el tabaco y otros agentes mutacionales, que dejan una marca en el ADN. Jurica estaba analizando las mutaciones de una línea celular de cáncer de colon y vio que tenía unas mutaciones que son típicamente causadas por la luz ultravioleta, y se lo comentó a Fran Supek, nuestro jefe de grupo. En aquel momento, yo estaba trabajando en una serie de modelos computacionales predictivos, así que comencé a analizar esas dos líneas celulares y, al final… ¡eso nos condujo a un proyecto de año y medio en el que hemos analizado más de 600 líneas celulares!

  

¿Por qué son importantes vuestros resultados?

En primer lugar, los resultados son importantes porque no los esperábamos. Ninguno de nosotros esperaba descubrir que estas líneas celulares estuvieran mal clasificadas. Aunque solo unas pocas lo estén, es importante tenerlo en cuenta, porque si creemos que estamos haciendo un experimento con células de cáncer de pulmón y resulta que corresponden a un melanoma, los resultados probablemente no se puedan extrapolar si los mecanismos que están estudiando son específicos para un tipo de cáncer. También hemos observado que el 18% de las líneas celulares tienen poca semejanza con el tipo de tumor de origen, por lo que pueden alterar los resultados de los experimentos.

 

¿Cómo crees que podría potenciarse la presencia de mujeres en el área de la biología computacional?

Es cierto que no hay mujeres (o que hay muy pocas) que trabajen en informática pura, pero no tanto en la bioinformática. Por ejemplo, en el Máster que hice, la división era de 50% mujeres y 50% hombres.

Todavía no me he encontrado en situaciones totalmente dominadas por hombres. Además, dado que los estudiantes de doctorado se inscriben en el IRB Barcelona por grupos anuales, interactuamos mucho con los que son de nuestro año. Los que trabajan en disciplinas bioinformáticas y no bioinformáticas están todos juntos, y hay muchas más mujeres que realizan su trabajo de doctorado en los laboratorios de poyata (”wet labs”). El problema es que a medida que se avanza en la carrera científica, la presencia de mujeres disminuye, y eso es lo que debe abordarse.

 
 
 

IRB Barcelona

El Instituto de Investigación Biomédica (IRB Barcelona) trabaja para conseguir una vida libre de enfermedades. Desarrolla una investigación multidisciplinar de excelencia para curar el cáncer y otras enfermedades vinculadas al envejecimiento. Establece colaboraciones con la industria farmacéutica y los principales hospitales para hacer llegar los resultados de la investigación a la sociedad, a través de la transferencia de tecnología, y realiza diferentes iniciativas de divulgación científica para mantener un diálogo abierto con la ciudadanía. El IRB Barcelona es un centro internacional que acoge alrededor de 400 científicos de más de 30 nacionalidades. Reconocido como Centro de Excelencia Severo Ochoa desde 2011, es un centro CERCA y miembro del Barcelona Institute of Science and Technology (BIST).